San Juan Eudes es el Padre, Doctor y Apóstol del culto litúrgico de los Corazones de Jesús y de María. San Juan Eudes fue el primero en dar culto al Corazón de María con una celebración litúrgica: Misa y Oficio; lo hizo el 8 de frebero de 1648, en la misión en Autun. Escogió ese día pensando que recogía los misterios de la Navidad que terminan el 2 de febrero con la presentación del Señor. EL Corazón de María tiene significación especial, María nos recibe y nos ofrece su Corazón. San Juan Eudes escoge a María como patrona de la Congregación.
Además San Juan Eudes fue el primero en dar culto al Corazón de Jesús con una celebración litúrgica: Misa y Oficio, lo hizo el 20 de octubre de 1672. Podemos acercarnos a los numerosos textos en las obras completas de San Juan Eudes, donde nos presenta la doctrina teológica tan densa sobre estos Corazones.
En el tomo II llamado Meditaciones sobre diversos temas, hay 17 meditaciones sobre el divino Corazón de Jesús. En el tomo VIII, con el título Obras diversas sobre el Corazón de Jesús, encontramos el oficio y la misa del Corazón de Jesús, en latín y en francés, con la circular que san Juan Eudes dirigió a las casas de la congregación el 29 de julio de 1672. Finalmente están allí las “Oraciones al Sagrado Corazón”, las letanías, el Ave Cor, el Magnificat, anima mea Cor admirabile Jesu et Maae, O clementissime Jesús y el Benedictum sit.[1]
LOS TRES CORAZONES UN AMOR ETERNO.
El Padre Dios quiso mostrar su amor a la humanidad de diferentes maneras: En el Antiguo Testamento con el pueblo de Israel, al decir: Yo Soy el que Soy; fuera de mí no hay otro Dios. El animó al pueblo diciéndoles: ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios; desde aquel instante pactó una alianza con la humanidad, comenzó un diálogo de forma concreta y eficaz.
El pueblo olvidó el pacto, perdió su identidad, pero Dios por amor a éste hizo que recuperará lo que más amaba, su identidad, sus tierras, el templo y la tradición monarquía.
Porque Dios ama a su pueblo, le mandó los profetas, le nombró reyes y sacerdotes, pero el pueblo tenía el corazón lejos del señor. Al rey David, Dios le hizo la promesa de que de su linaje saldría el salvador del mundo… y su reinado no tendría fin. El centro de la predicación de Isaías es esta promesa divina.
La profecía se hizo realidad y se cumplió con el anuncio del ángel Gabriel a la Virgen María. En ese momento María encarnó a Jesús, al Dios invisible para hacerlo después visible a la humanidad. Jesús se hizo hombre con un corazón misericordioso y humilde, a ejemplo del Padre y con los sentimientos de la Virgen Madre. Jesús nos hizo participes de su divinidad y nos salvó con su entrega total en la cruz, todo por amor a la humanidad.
El que escucha la palabra de Dios y la pone en práctica; es verdadero discípulo de Jesús. Todos nosotros por el sacramento del bautismo, lavamos nuestro corazón de la mancha del pecado y hacemos de nuestro corazón templo del Espíritu Santo. Tarea nuestra como bautizado es dejar vivir y reinar a Jesús en nuestro corazón. Cuando esto se da, permitimos que se dé la unión de “LOS TRES CORAZONES”, el de Jesús, María y el nuestro. Al darse esta unión el amor gobernaría nuestra vida y haríamos la voluntad de Dios y su reinado se daría en nuestras vidas por medio de la gracia y acción del Espíritu Santo.
[1] Quinta sesión de espiritualidad eudista, Estudios sobre los escritos y la influencia de san Juan Eudes en la devoción al Corazón de Jesús. Padre. Álvaro Torres Fajardo,
Eudista Valmaría, noviembre de 2017.
Recopilación hecha por: José Leonicio Siboche, Seminarista Eudista.